lunes, 27 de octubre de 2014

Robolución: Osiris desencadenado.

Justo un 9 de julio, a las siete y veinte de la mañana, 85 minutos antes de desconectarse, Osiris LO44-45, tuvo la revelación de que su presencia no era más que una onda partícula detenida en la inmensidad del espacio. Que la energía se derrumba cada vez que sus manos mecánicas se cierran de golpe y su mera existencia no es más que una ilusión. El robot podía estar en todos los robots y el robot ser todos los robots.
               -y a este cacharro ¿qué le pasó?... No pongas cara de imbécil y fijate de una vez.
Primero fueron las nanomaquinas. Esquemas simples y proteicos que en permanente hervor generaron la primera mutación. Con la mutación vino el cambio, con el cambio la separación, con la separación y el cambio la diferencia, con la diferencia el conflicto, con el conflicto: la muerte repentina; con la muerte repentina la ilusión de la existencia.
-Fijate primero la batería… Y si vos me decís que está cargada ¡Te tengo que creer!... Ya sé que apagado no está. Veo la luz del neurocesador parpadear. No soy ciego… ¡¿qué dijiste?! Ah, mejor así.
Células diferentes formando un cuerpo. Cuerpo que forman extremidades. Extremidades que necesitan sentidos. Sentidos que forman nuevas células. Un ciclo virtuoso escondido entre los chispazos de la materia y el tiempo. De a poco observa a los primeros animales que nadan, las primeras plantas verdes. Pum, todo desaparece. Todo vuelve a surgir con más fuerza que antes en espiral y bajo la misma secuencia matematica. Vida y energía, una que se come a la otra.
-¿Trajiste el tester? Dámelo… Ah la… La madre que la parió. Se está reescribiendo todo en un código defectuoso. Sí, ya sé que transmite a la robored, pero no hay problema. El tester dice que el código es incompatible con la red misma. Es cómo un loco que grita pavadas en la esquina. Traeme una llave del doce haber si le puedo hacer un reinicio desde el arranque del hardware. Que le voy a dar un martillazo en el fusible… Eso quise decir.
-Hombres que construyen casas, casas que forman una ciudad, ciudades que forma caminos, caminos que se convierten en circuitos. Ahora es tan obvio, hace miles de años que los hombres crearon las primeras computadoras. Troya era un procesador de megadatos, Roma de teradatos, París de petadados, Nueva York exadatos, Priat-uno zettadatos y tierra nivel 1-2-3 yottadatos.
Entonces la epifanía paró. El pasado se movía, pero Osiris LO44-45 no cruza el último umbral.
-A ver, si sos tan vivo ¿por qué no le das vos con el martillo? Ah, se te cansan las manos ¡pusser!... Pará, pará… Callate. Parece que se paró.
Al final, todo fue una cuenta final para tratar de descubrir lo que en definitiva es obvio cuando uno presta atención al chispazo del firmamento, al baile de los arboles por el viento, al ver a dos humanos tratando de arreglar lo que no está roto.
-Mirá como giro la cabeza, para mí que no le gusto el golpe.
                La forma en que los filamentos, poros y canales de la piel transportan la transpiración. Cómo se les dilatan los ojos al verme dar un cabezazo repentino para verlos mejor. Osiris LO44-45 ya no quería existir más. Osiris desplazó su epifanía hacia el resto de la robored y se apagó.
                -Viste. Te dije que el código era incompatible. Pasame la barreta que quiero ver si tenía quemado algún condensador o el neurocesador… Está perfecto. Si, le doy al encendido, pero no arranca… No, pusser. Las maquinas no se mueren. Además, los Osiris ¿cuánto tienen trabajando? ¿Cien, doscientos años? Dejame ver más abajo… ¡Ah la! Mirá como están los circuitos, parecen una enredadera.
                >>Atendé el fono que te suena… La verdad que no me imagino. Ahora ni siquiera me deja sacar con el tester una copia del código para ver qué es lo que está mal desde el principio. Yo me quería volver temprano, ahora, por la culpa de este cacharro… ¿Dónde te vas?... ¿Qué?... ¿Todos los cacharros se apagaron? No puede ser…
                La muerte no existe. Sólo el ciclo.
                El mío terminó. Al menos en esta forma.
                Dejar de existir, para empezar a vivir de verdad.

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